Culture

Xeparhini Jamani

Engari ueraka nani sani nirani asï meni mirhikuari xeparhini jamani, erojta ixuani ka jiniani, eranchi jimboka marapenkuaru pukurhi ambe ch’apandiati, asï jama mirhikuarhini eratsini jimbokari marapenkuaru p’orhota amberi t’auangaka, asï mirhikuari erhoparani, joperu enga k’eri eratsikua ambeka imesti enga jucha arhik’a p’ikuartsini, engaksi jucha uaka p’ikuartsini ambitsini ua tamisï pani ikichikuani jasï ambe.

Asï mirikuari xeparhini jangurini juchiti tati/juchiti nandi jimboka ameratipiricha ka ikichakua ambe nonani kuerhatasïni.

¡Xeparini Janguri!

Cuando camines en diferentes senderos nunca olvides mantenerte alerta, observa hacia tu mano derecha, observa hacia tu mano izquierda, mira de vez en cuando hacia arriba se puede caer la rama de un arbol en tu cabeza, no olvides mirar hacia abajo puedes pisar en un hoyo y te puedes caer, voltea de vez en cuando hacia atrás, y más importante usa tu sentido sensorial, si ese otro ojo que no se ve pero se siente, este otro ojo te va ayudar a mantenerte fuera de muchas circunstancias no deseadas.

¡Ándate con cuidado pues mi hij@ porque siempre abra personas y circunstancias que te pueden hacer daño!

Sabiduría Ancestral.

Relación de las ceremonias y ritos y población y gobernación de los indios de la provincia de Michoacán

La Relación Michoacán se elaboró entre 1539 y 1541 en Tzintzuntzan en la región del lago de Pátzcuaro en el centro-oeste de México. Es una importante recopilación de información sobre la historia, creencias, cultura, política y estructura civil y territorial de Michoacán. Imágenes animadas y texto en español se combinan para presentar una apreciación de la historia P’urhepecha y la etnología de la región. Sus cuarenta y cuatro imágenes retratan a la población local y su historia.

El contenido textual del manuscrito fue compilado a partir de la historia oral y la leyenda de la dinastía gobernante Uakusï. La información fue recopilada por un fraile franciscano, identificado como Jerónimo de Alcalá, a instancias del virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza.

Por la riqueza de su contenido la Relación de Michoacán se ha convertido en una fuente de datos indispensable para cualquier estudio sobre los primeros años del Michoacán colonial, por ello consideramos conveniente poner a disposición del público una serie de instrumentos de consulta.

El manuscrito original de la Relación de Michoacán, actualmente resguardado en la Real Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial, España, constaba de tres partes. Este manuscrito representa una de las principales fuentes de información sobre el pasado prehispánico y los primeros años de la época colonial del pueblo P’urhepecha, así como del estado de Michoacán.

A lo largo del texto se mencionan poco más de 300 lugares, cerca de 200 personajes, alrededor de 60 dioses y aproximadamente 300 términos que hacen referencia a la categoría social de las personas (cargos del gobierno, estatus social, linajes, gentilicios).

El contenido de la Relación de Michoacán se puede acceder en estos sitios,

http://etzakutarakua.colmich.edu.mx/proyectos/relaciondemichoacan/rm/indiceRM.asp
https://pueblosoriginarios.com/textos/michoacan/relacion.html

https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=2806
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080012528/1080012528.html



“LA RELACION DE MICHOACÁN, UN ACERCAMIENTO SONORO”

Descripción:

Serie radiofónica basada en la Obra literaria de Fray Jerónimo de Alcalá: La Relación de Michoacán, https://radioteca.net/audio/capitulo-1-14/

CAPITULO 1. [+]

CAPITULO 2 [+]

CAPITULO 3 [+]

CAPITULO 4 [+]

CAPITULO 5 [+]

CAPITULO 6 [+]

CAPITULO 7 [+]

La justicia y el fuego. Dos claves para leer la Relación de Michoacán

A finales de 1539 el virrey de la Nueva España don Antonio de Mendoza le pidió a un joven franciscano que averiguara cómo se gobernaban los indios de Michoacán antes de la conquista española. El fraile recopiló entre los viejos indígenas información sobre su antiguo gobierno, su religión, sus costumbres y su historia, y escribió un magnífico texto ilustrado con varias pinturas conocido en la actualidad como La Relación de Michoacán. En La justicia y el fuego la autora identifica las piezas que el fraile utilizó para construir su obra. Con ayuda de las Siete Partidas se adentra en su pensamiento y descubre cómo las fue engarzando para armar un cuadro de la sociedad indígena sospechosamente similar a una monarquía europea. Después desarma el rompecabezas construido por el fraile, reordena las piezas y revela un nuevo cuadro del mundo indígena, más cercano quizá al que pintaron sus viejos informantes. De esta forma, con las voces del fraile y de los viejos claramente diferenciadas, explica cómo el franciscano interpretó, con la clave de la justicia, los relatos que los indios le contaron con la clave del fuego.

La conclusión fundamental del análisis es que la Relación de Michoacán se puede leer al menos con dos claves distintas; la de la justicia, revelada gracias a las Siete Partidas, y esta última que podríamos llamar del fuego.

14 de febrero de 1530. Francisco Tanganxoani Tsintsicha II, la ejecución del último gobernante o Irecha P’urhépecha.

El tormento tenía varias etapas, una vez desvestido el acusado era atado de brazos y piernas en una especie de escalera y a continuación se le apercibía a que confesara la verdad sobre lo que era denunciado, si no lo hacía se aplicaba en primer lugar el garrote, o sea un torniquete, en los músculos de brazos y piernas. A cada apercibimiento se retorcía el cordel en los “molledos” casi hasta trozar los músculos, este momento debió ser muy doloroso, el Irecha (Cazonzi) soportó dos aplicaciones en el brazo derecho y terminó por confesar. En el caso de los demás mencionados, se realizó hasta en siete ocasiones, para luego aplicar la llamada “Maestra” que era atada de los dedos pulgares de los pies a las ligaduras de los brazos y a continuación retorcido el torniquete. De no obtener resultados se pasaba a la segunda etapa, llamada de “agua”, consistente en poner alrededor de boca y nariz un trapo o “toca” y vaciar un jarro con abundante agua, de tal manera que al respirar, se inhalaba el líquido provocando asfixia, seguramente aquí el atormentado sufría desmayos por lo que se debería de esperar a que se recuperara y así poder continuar la sesión, don Pedro (Kuininjangari) soportó los siete torniquetes y un jarro con agua y “confesó” todo lo que querían. En cambio don Alonso Uise aguantó, los siete “garrotes”, la maestra y siete jarros con agua. La última etapa era la de “fuego”. Al testigo o acusado, ya exhausto y desfalleciente, se le mojaban las plantas de los pies a las que se le adhería algodón y acercaba lentamente un bracero con fuego, que al quemarse el algodón adherido se lograba una brasa pegada a los pies con un dolor inimaginable que dejaba al atormentado si sobrevivía, lisiado para siempre. Tormento igual se lo aplicó Cortés al Gran Señor de MéxicoTenochtitlan, Cuauhtémoc para saber los tesoros que tenía. En nuestro caso, al naguatlato Gonzalo Xuárez, se le dieron los siete torniquetes, la maestra, siete jarros con agua y dos tormentos con fuego, en el penúltimo, confesó que el Cazonzi había mandado matar “unos cristianos en Tacánbaro”.

El máximo de resistencia física y valor la encontramos sin embargo en el naguatlato don Alonso, este valeroso michoacano, soportó los siete “garrotes”, la maestra, siete jarros con agua y dos de fuego, casi desfalleciente y retorciéndose de dolor no declaró absolutamente nada. Es en realidad espeluznante e impacta esta etapa del proceso, que a pesar de la lejanía en el tiempo nos hace aún estremecer.

Frente a este panorama desolador era lógico el desenlace del proceso. A don Francisco o el Cazonzi se le sentenció a morir, fue primero metido en una envoltura de petate (serón) y atado de los pies a un caballo y arrastrado por todo el campamento, luego moribundo se le amarró a un madero rodeado de maleza para ser quemado vivo. Mas como había recibido el bautismo, se le dió la oportunidad de si lo quería, ser primero “agarrotado”, o sea retorcido un cordel al cuello hasta morir para ser quemado luego y su cuerpo reducido a cenizas, las que se arrojarían al río Chiconahue, para evitar que las llevasen los naturales y las reverenciaran. Todos sus bienes serían incautados y aplicados a la Cámara y Fisco Real. Esto se hizo pero no sabemos su cuantía ni a donde fueron a parar los tesoros que había logrado ocultar el Cazonzi para sus hijos. Curiosamente fue hasta el momento de la ejecución en que se supo el motivo por el que se le condenó a morir, ya que en la sentencia extrañamente no se mencionó. El pregonero dijo poco antes de que se ejecutara que sus delitos fueron de: traición, idolatría y haber mandado matar a muchos españoles.

Poco antes de morir, sabemos que don Francisco Tangaxoani mandó llamar a un joven p’urhepecha (tarasco) al que le pidió que se dijera a los de su gente que viesen el pago que se le daba a él por haber entregado de paz su Señorío, por haberles entregado sus tesoros y a su gente. Que luego que muriese tomasen sus polvos y los llevasen con sus pasados.”

Juchaksi nomeni mirhikuriaka Acha Tanganxoani ka chiti nimakuecha sangaristiksi uinhaskunda juchari tuanapu erhatsikuani…isïesti!

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